Traducción de Jesús Miguel Pacheco Pérez
Anna Świrszczyńska, también conocida como Anna Swir, fue una poeta polaca nacida en Varsovia en 1909 en el lecho de una humilde familia de artistas. Publicó poemas en la década de 1930 y en la ocupación nazi en revistas clandestinas participando, además, en la Resistencia Polaca. Durante el Alzamiento de Varsovia colaboró como enfermera, inspirando un gran número de poemas en esa época de grandes sufrimientos, aunque su obra también se compone de poemas sobre el cuerpo de la mujer en las distintas etapas de la vida. Falleció en Cracovia a los 75 años. Su obra más destacada es Levantando la barricada (1974).

LO HE ESTADO ESPERANDO DURANTE ESTOS TREINTA AÑOS
Ese joven larguirucho que quizá medía metro ochenta y dos,
ese cándido trabajador de Powiśle
que luchó
en el infierno de la calle Zielna, en el edificio del teléfono.
Cuando le cambié el vendaje
de su pierna, que estaba abierta,
hizo una mueca, se rio.
Cuando la guerra haya terminado
iremos a bailar, señorita.
Yo invito.
Lo he estado esperando
durante estos treinta años.
–
UN SOLDADO ALEMÁN
Esta noche lloraste mientras dormías,
soñaste con tus hijos
en una ciudad lejana.
Te levantaste por la mañana, te pusiste un uniforme, el casco,
la ametralladora por encima del hombro.
Fuiste a abrir fuego
contra los hijos vivos de los otros.
–
TURNO DE NOCHE
En una noche de agosto ella se asomó
por la ventana de una sala oscura del hospital
sintiendo su joven melena cercana al viento de agosto
en las sienes.
Y el cepillo de la metralla
que siseaba
salpicando en el charco de abajo.
–
MUJER NO-NATA
Aún no he nacido
cinco minutos antes de que me den a luz.
Aún puedo volver atrás
en mi nacimiento.
Ahora, faltan diez minutos todavía,
ahora, falta una hora para que nazca.
Vuelvo atrás,
corro
por una vida en números negativos.
Paseo a través de la fecha de mi nacimiento como en un túnel
con extrañas perspectivas.
Diez años antes,
ciento cincuenta años antes;
camino mientras mis pasos retumban
a través de un viaje fantástico por épocas
en las que aún yo no existía.
Cuán larga es la vida negativa,
la inexistencia es realmente parecida a la inmortalidad.
He aquí el Romanticismo, donde podría haber sido una mujer soltera;
he aquí el Renacimiento, donde podría haber sido
la horrenda esposa de un malvado marido.
La Edad Media, donde podría haber servido agua en una taberna.
Camino aún más lejos
que el eco,
mis pasos retumban
a través de mi vida negativa,
a través del reverso de mi vida.
Llego a Adán y Eva,
ya no se ve nada más, está oscuro.
Ahora ya mi inexistencia muere
con la trillada muerte de la ficción matemática.
Tan trivial podría haber sido como la muerte de mi existencia
si realmente hubiese nacido.
–
VIRGINIDAD
Una ha de ser valiente para vivir
un día. Lo que queda
no es más que el placer del anhelo —muy precioso.
El anhelo
purifica tanto como volar, fortalece como lo hace el esfuerzo,
moldeando el alma
como el trabajo
moldea el vientre.
Es como un atleta, como un corredor
que nunca
dejará de correr. Y es esto
lo que le da a él su resistencia.
El anhelo
nutre a los fuertes.
Es como una ventana
en una torre alta a través de la cual
sopla el viento con fuerza.
El anhelo,
Virginidad de la dicha.